Antes que la vía a la Costa se convierta en polo urbanístico de Guayaquil, los ocelotes, cocodrilos y otras especies hicieron de este hábitat su hogar, pero hoy han sido relegados a simples visitantes.
Imagine que es un ocelote de parches negros, que acostumbra a pasear por Cerro Blanco y luego refrescarse en los riachuelos. De repente, construyen una carretera de cemento y parten su hábitat en dos. La llaman vía a la Costa, en el noroeste de Guayaquil, y hoy convertida en un lugar de visita hasta para los gigantes cocodrilos, que salen a tomar el sol.
Estos cocodrilos, que antes 'gobernaban' el manglar del Estero Salado, hallaron un playón para descansar, sumergido entre el cemento de las urbanizaciones privadas de esta transitada carretera.
Visitan frecuentemente a los habitantes de estas ciudadelas amuralladas, y no están solos. Otras especies de fauna silvestre, como el ocelote, también merodean esta zona, considerada polo de desarrollo urbanístico de Guayaquil.
Pero estas 'visitas' no son accidente, puesto que los ocelotes, cocodrilos, boas, mapaches y búhos son los dueños originarios de los terrenos donde hoy se levantan la vía a la Costa y sus urbanizaciones.
Hay dos ecosistemas concretos en este sector: el bosque seco tropical de la Costa, del cual su único remanente virgen en la ciudad es Cerro Blanco, y la Reserva Manglares del Salado.
"Cuando comenzó a crecer el tema urbanístico y comercial de la vía a la Costa, ambas reservas quedaron atrapadas y al límite", señala el biólogo Benjamín Navas, de la organización 'Keep in Science'.
Como explica Navas, los animales de fauna silvestre no conocen de límites y para ellos, donde hoy hay una carretera, antes había bosque y era parte de su hogar. "Si ingresan a una vivienda o urbanización es por curiosidad y también porque ellos vivían allí", agrega.
Especies olvidadas
"Algunas inmobiliarias promocionan que la vía a la Costa tiene un bosque protector, y deberían agradecer al cerro por eso", comenta el biólogo Paúl Cun, técnico forestal de la fundación que administra Cerro Blanco.
Para Cun, muchos habitantes de Guayaquil le han dado la espalda al bosque y desconocen las joyas de la flora y fauna urbana de la ciudad.
En un intento por develar estos tesoros, 'Keep in Science' ha colocado cámaras trampa, que captan con nitidez las aventuras de las especies nativas de la vía a la Costa.
Además de los famosos cocodrilos gigantes y casi prehistóricos, hay una diversidad casi infinita de especies. Con la ayuda de las cámaras trampa del biólogo Navas, PRIMICIAS detalla 10 de estas joyas naturales de Guayaquil:
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Ocelotes
Un ocelote joven en el bosque seco.
Corredores aficionados captaron a inicios de 2023 a un ocelote en un sendero de la vía a la Costa.
Según Navas, de 'Keep in Science', este no ha sido el primer avistamiento del felino, cuyo nombre científico es Leopardus pardalis.
Un ocelote puede medir hasta 90 centímetros, y aunque en comparación con una pantera es pequeño; de hecho es el más grande de los felinos manchados de raza pequeña.
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Mapaches
En la urbanización Portofino, las cámaras trampa instaladas por Keep in Science han visto y fotografiado a simpáticos mapaches, en el mismo playón que usan los cocodrilos.
Estos mamíferos son nocturnos y excelentes trepadores, y prefieren vivir en solitario.
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Zarigüeyas
Una zarigueya bebé en el bosque seco tropical.
De todos los mamíferos de la fauna tropical de Guayaquil, las zarigüeyas son quienes se llevan la peor parte.
Quizás por su apariencia poco 'atractiva', dice el biólogo Navas, son confundidas con ratas gigantes y los ciudadanos tienden a ahuyentarlas a punta de escobazos.
Pero las zarigüeyas son primas de los grandes canguros australianos, y la mamá zarigüeya tiene en su abdomen un marsupio, donde los bebés pasan hasta 70 días alimentándose y creciendo
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Boa constrictor o 'matacaballo'
Una boa en Cerro Blanco.
En 2023, hubo varios avistamiento de boas en la ciudad y no solo en la vía a la Costa. Esto se debe a la cercanía de los cerros con varias urbanizaciones.
Pero estas boas, si bien son grandes y algunas puede transmitir bacterias, no atacan al ser humano. Y cuando un ciudadano las encuentra en su patio o vivienda, debe llamar a la Policía ambiental o al ECU 911.
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Loras Frentirroja
Lora petirroja de Guayaquil.
Las cámaras fotográficas ha permitido visualizar aves, como la lora frentirroja. Se trata de una de las especies de loros de mayor tamaño en Guayaquil y que sobrevive en la ciudad, pese al crecimiento urbanístico, la pérdida de su hábitat y la caza.
Suele dormir en los manglares y luego dar un paseo por el bosque seco de Cerro Blanco.
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Estrellita 'colicorta'
Colibrí 'estrellita colicorta'.
El ' estrellita colicorta' es un hermoso colibrí y uno de los más pequeños del mundo, y vive en Guayaquil, donde quizás sus habitantes nunca han escuchado de él.
"A veces vienen los extranjeros de muy lejos para verlo, y nosotros aquí viviendo en la ciudad no lo apreciamos", dice el biólogo Navas.
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Mochuelo del Pacífico
Mochuelo del Pacífico
En una plaza comercial del norte de Guayaquil, llamada la Vista San Eduardo, varios comensales se maravillaron al ver un pequeño búho.
No era de noche y eso era lo extraño, puesto que los búhos tienden a salir en horario nocturno.
Se trataba del Mochuelo del Pacífico, un ave singular que habita en los límites del bosque seco, y es un perfecto controlador de plagas como los ratones.
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Periquito del Pacífico
Periquito del Pacífico.
El periquito del Pacífico es una pequeña ave que a veces despierta a los vecinos de la vía a la Costa con su canto, o que se posa en el alambrado de energía para ser visto.
Pero es víctima de la caza, y los traficantes de especies los venden en sectores comerciales como la Bahía, centro de Guayaquil.
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Murciélagos de lengua larga
El bosque seco es hogar de dos especies de murciélagos de lengua larga, que debido también a sus aspectos 'poco agraciados' y a las creencias erróneas, están amenazadas.
Estos mamíferos hacen sus nidos debajo de los techos, y los habitantes de las urbanizaciones, impulsados por el miedo, llaman a compañías que eliminan plagas para matarlos y sacarlos del predio.
En realidad, la especie es clave para el ambiente porque son excelentes polinizadores, permitiendo la supervivencia de la fauna y flora.
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Arañas de hilo dorado
Araña de hilo dorado de Guayaquil.
Las arañas de 'hilo dorado' que miden entre siete a nueve centímetros, son habitantes comunes de los jardínes de las ciudadelas en la vía a la Costa.
Pero, al igual que ocurre con los murciélagos, el miedo y la fobia contra las arañas, provoca que personas las exterminen.
Reciben este nombre porque sus hilos tienen un color amarillo intenso, puesto que reflejan los rayos del sol. Además, cumplen una función importante, al atrapar mosquitos y controlar las poblaciones de insectos que pueden ser perjudiciales.